martes, 4 de junio de 2013

CINCUENTA AÑOS DE LA MUERTE DE JUAN XXIII

El 3 de junio de 1963 fallecía el papa Juan XXIII.
 Le lloraron creyentes de todas las religiones: católicos, protestantes, ortodoxos, judíos, musulmanes, budistas, y no creyentes de las diferentes ideologías: comunistas, socialistas, liberales, líderes políticos y gente del pueblo.
 El gran mufti de Tiro (Líbano) elogió la personalidad de Giuseppe Roncalli ante una multitud de musulmanes y cristianos portando en la mano la encíclica Pacem in terris como reconocimiento por su contribución a la paz en el mundo.
 La noche anterior a su muerte, el gran rabino de Roma y numerosos judíos se reunieron con los católicos en la plaza de San Pedro para rezar por el papa. El gesto tenía su justificación. Juan XXIII había adoptado hacia los judíos una actitud bien diferente a la de Pío XII. Sustituyó la oración por los “pérfidos judíos” del Viernes Santo por otra más respetuosa y ecuménica. En la audiencia a un grupo de judíos de Estados Unidos los saludó como José a sus hermanos cuando llegaron a Egipto: “Soy José, vuestro hermano”. Los pérfidos se tornaron hermanos.

 Bastaron cuatro años y medio de pontificado para llevar a cabo una verdadera revolución en la Iglesia romana que se convirtió realmente en universal y ecuménica
Entre las muchas innovaciones que introdujo destacan dos por su eficacia y trascendencia para el futuro de la Iglesia: el Concilio Vaticano II y la encíclica Pacem in terris.



Por Gonzalo Poole

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