CINCUENTA AÑOS DE LA MUERTE DE JUAN XXIII
El 3 de junio de 1963 fallecía el papa Juan XXIII.
Le lloraron creyentes
de todas las religiones: católicos, protestantes, ortodoxos, judíos,
musulmanes, budistas, y no creyentes de las diferentes ideologías: comunistas,
socialistas, liberales, líderes políticos y gente del pueblo.
El gran mufti de Tiro
(Líbano) elogió la personalidad de Giuseppe Roncalli ante una multitud de
musulmanes y cristianos portando en la mano la encíclica Pacem
in terris como reconocimiento por su contribución a la paz en el
mundo.
La noche anterior a su
muerte, el gran rabino de Roma y numerosos judíos se reunieron con los
católicos en la plaza de San Pedro para rezar por el papa. El gesto tenía su
justificación. Juan XXIII había adoptado hacia los judíos una actitud bien
diferente a la de Pío XII. Sustituyó la oración por los “pérfidos judíos” del
Viernes Santo por otra más respetuosa y ecuménica. En la audiencia a un grupo
de judíos de Estados Unidos los saludó como José a sus hermanos cuando llegaron
a Egipto: “Soy José, vuestro hermano”. Los pérfidos se tornaron hermanos.
Bastaron
cuatro años y medio de pontificado para llevar a cabo una verdadera revolución
en la Iglesia romana que se convirtió realmente en universal y ecuménica
Entre las muchas innovaciones que introdujo destacan dos por
su eficacia y trascendencia para el futuro de la Iglesia: el Concilio Vaticano
II y la encíclica Pacem in terris.
Por Gonzalo Poole
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